sábado, 7 de junio de 2014

Su nombre empezaba por M. O por A. No lo recuerda bien.
De lo que sí se acuerda es de cómo le besaba, cómo le mordía y le susurraba guarradas al oído.
Le tenía justo donde quería justo cuando quería.

Hasta aquel día en el que se perdió, se olvidó de que le gustaba a rabiar, perdió la memoria de sus días vividos y sus noches devoradas y ya no supo volver a su cama deshecha, a su mesa del escritorio, ni a aquella tarde, desnudos, escuchando Disarm.

No supo volver. Tampoco quiso.

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